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Aunque esté de moda señalar que las Tecnologías de la Información (TI) ya no constituyen un diferenciador estratégico, lo cierto es que, en casos como el mexicano, aún son esenciales en construir cadenas de valor Por Ricardo Cermeño
El mundo se enfrenta a una reactivación económica todavía incierta y débil. Las Tecnologías de la Información (TI), tan vitoreadas durante la larga expansión de los noventa, hoy son seriamente cuestionadas; en particular, porque para muchas empresas hay una brecha importante entre expectativas y rendimiento real. Las consecuencias para la industria de TI son graves; los ciclos de reemplazo de los equipos se alargan, la actualización de las licencias de software se pone en duda y los ejecutivos exigen evidencias de la contribución al negocio de la más mínima inversión. En los últimos años, el mercado ha crecido a tasas muy bajas, a veces por debajo de la economía. Naturalmente, muchas empresas de la industria, reaccionan ante estas amenazas, con bajas de precios, drásticas reducciones en los costos de operación y con proyectos de consolidación, entre otras acciones defensivas. Sin embargo, para hacer frente a los difíciles retos del momento y aprovechar las oportunidades que estas etapas de crisis conllevan, no basta con adelgazar; con dedicarse exclusivamente a reducir costos y esperar que la recuperación económica se materialice.
La desaceleración del mercado de las TI en México y el mundo, no sólo se asocia a un fenómeno cíclico de actividad económica, sino a un cambio estructural; cuando la economía retome la senda del crecimiento, no regresarán los “booms-tecnológicos” a los que la industria de TI nos tiene acostumbrados, por lo menos no con la fuerza que tomaron durante la segunda mitad de los noventa. La oferta tecnológica, tanto los proveedores de TIC, como los ejecutivos de tecnología en organizaciones usuarias, deben ubicarse en una nueva era donde su tarea es maximizar el aprovechamiento de la tecnología, a la vez que minimizan la asignación de recursos. Para ello, industria y usuarios en conjunto, deben promover una capacidad avanzada de gestión de la tecnología que logre alinearla a los objetivos de la corporación; esta capacidad de gestión escasea no sólo en México sino en el mundo. El porcentaje de proyectos que no dieron los resultados esperados varía de estudio a estudio, de país en país, pero es demasiado alto en todos ellos. Los casos de éxito son tan connotados como escasos (ejemplo, Dell, Cisco y WalMart).
Las TI, ¿un diferenciador? En los países desarrollados las tecnologías ya son ubicuas, de uso generalizado y empiezan a ser consideradas por algunos analistas, como bienes comunes (commodities) de poca influencia en la diferenciación de los negocios. En un articulo controversial aparecido en la Harvard Business Review, titulado IT Doesn’t Matter, N.G. Carr (2003) explica las razones por las que las TI ya no son importantes para obtener ventajas estratégicas. Las compara con otras tecnologías clave, asociadas a infraestructura o las llamadas en Inglés “utilities”, tales como el ferrocarril, la electricidad y los telégrafos. Estas tecnologías de infraestructura son esenciales y aumentan su contribución al desarrollo de un país o industria, en la medida en que se difunden y son compartidas por la mayoría. Sin embargo, esta misma proliferación termina por eliminar la ventaja competitiva que en un inicio disfrutaron los pioneros que supieron adoptar correctamente las innovaciones. En la medida en que las TI son ubicuas se convierten en un commodity que no contribuye, en lo individual, a la diferenciación de las empresas. Carr menciona no sólo la tendencia creciente a la estandarización de los equipos sino también del software y los servicios TIC. En todas las industrias, las mejores prácticas terminan siendo implantadas a través de software. Con contadas ocasiones, la personalización de las soluciones es tan costosa, que la mayoría de los procesos de negocio se van transformando en commodities, fácilmente replicables. Al futuro estas tendencias se van profundizando, ya que mucho del futuro del software será en la forma de los llamados Web Services o tele-servicios; que pondrán a disposición de los micronegocios un arsenal de software, cuya adquisición será por suscripción o incluso gratuito.
Carr subraya que si bien las TI ya no son fuentes de diferenciación a nivel empresa, si lo son a nivel país o de cadena productiva. No hay nación o industria que pueda competir sin contar con los servicios de TI, de la misma manera que no pueden prosperar sin electricidad. Finalmente, Carr recomienda asegurar la disponibilidad de las TI, cuidando las vulnerabilidades de la empresa y midiendo sus riesgos. Asimismo, controlando y reduciendo los gastos asociados a la proveeduría de los servicios TI y comparándolos continuamente con las alternativas de outsourcing). En esta era de continuo aumento en la eficiencia operativa es necesario tener una apertura racional a la estrategia de externalización, para descansar en los mejores.
En resumen, las controversiales recomendaciones que Carr hace para los usuarios de las TI son: - Renegociar contratos en función de rendimientos - Retrasar inversiones en TI lo más posible - Imponer limites a las actualizaciones de software - Explorar cajas blancas y open-source, si los proveedores no acceden - Gastar menos - No ser de los primeros en adoptar innovaciones - Enfocarse más en reducir vulnerabilidades
La importación acrítica de estas recomendaciones a México puede tener un impacto muy dañino en nuestro mercado, ya que pueden justificar el inmovilismo tradicional de las empresas mexicanas, que están muy lejos de sus contrapartes norteamericanas en el aprovechamiento de las TI. Sin duda, el país ha subinvertido en las herramientas TI, cuantitativa y cualitativamente hablando, y está a años luz de otros países. Las TI no son ubicuas en nuestro país; esta subinversión afecta nuestra competitividad.
Carr tiene parcialmente razón al considerar las TI como una infraestructura básica necesaria para competir pero que no añade ninguna ventaja adicional. Sin embargo, las TICdeben ser vistas bajo dos ópticas: por una parte, como infraestructura operativa y por otra, como herramientas para enriquecer el contenido del negocio. Nosotros concebimos a las TIC como un complejo andamiaje de gestión del conocimiento a la que llamamos la info-estructura; constituida por las plataformas básicas de hardware y software, pero también por soluciones y otras herramientas de contenido que están lejos de haber sido cabalmente aprovechadas para fortalecer el posicionamiento de las empresas, aún en los países más avanzados. En lo que respecta a las partes bajas de la infoestructura, existen pocas posibilidades de diferenciarse, particularmente cuando se trata de las operaciones y en la medida en que las mejores prácticas se van difundiendo. Sin embargo, las fuentes de distinción aumentan en la medida en que nos movemos hacia las partes altas de la infoestructura y abordamos temas de estrategia de negocios.
Si bien en países desarrollados, las plataformas ya no son un diferenciador, no es el caso en lo relativo al contenido, incluyendo a las soluciones a la medida que pueden ser usadas para distinguir a las empresas. Además son pocas las empresas que han dominado la capacidad para explotar el enorme cúmulo de información que se genera cuando se digitalizan las transacciones y se integran procesos y cadenas de valor. Las herramientas analíticas o de business intelligence, aún tienen un gran potencial para apoyar la diferenciación de los negocios. Los verdaderos límites a la diferenciación están muy lejos de ser meramente tecnológicos; se derivan más bien de la falta de una capacidad robusta de gestión de la tecnología y el negocio.
Competitividad y productividad mexicana México ha perdido competitividad de acuerdo a los estudios del Foro Económico Mundial de los últimos años. Nos hemos rezagado tanto en nuestra capacidad competitiva actual (índice de competitividad microeconómica) como en nuestra capacidad para crecer competitivamente (índice de crecimiento competitivo). Destaca la mejora que se observa en nuestro ambiente macroeconómico, pero en el resto de los aspectos evaluados por el Foro Económico Mundial hay un estancamiento o un retroceso. En tecnología, instituciones públicas y calidad del ambiente de negocios ocupamos un lugar más bajo respecto del resto de los países del que ocupábamos en el 2001. Esto puede no ser sorpresivo, ya que tenemos conciencia de nuestro pobre avance en las reformas estructurales y en lo tecnológico. Lo que si es sorpresa es el bajo lugar que ocupamos respecto de nuestra capacidad de estrategia y operación empresarial. El país no sólo requiere de las ya famosas reformas estructurales, sino también de una cultura empresarial más avanzada; cultura que deberíamos fomentar con mayor ahínco en el sector privado.
La capacidad de estrategia y operación empresarial en un país se asocia a múltiples factores organizacionales, tales como la sofisticación de los procesos de producción, la naturaleza de la ventaja competitiva, el grado de entrenamiento de los ejecutivos, la habilidad mercadológica, la inclinación a delegar la autoridad, la capacidad de investigación- desarrollo-innovación, la cobertura de mercados internacionales, la orientación al cliente, el control de los canales internacionales de distribución, el dominio de marcas, el aprovechamiento de gerentes profesionales, el uso de incentivos al desempeño, la capacidad de ventas regionales y el licenciamiento de tecnología extranjera. Sin duda un gran portafolio de competencias que hay que dominar para salir avante en un mercado global cada día más abierto y agresivo.
Si revisamos la evolución de la productividad en México también observamos un fenómeno asociado a nuestra limitada capacidad gerencial. En los noventa, en la medida en que el país se abrió a la economía global, se hizo un verdadero esfuerzo de modernización de nuestra planta productiva. En los primeros años, la intensidad de capital en la economía mexicana creció de manera importante, para luego estancarse a partir de 1995. El aumento en la intensidad de capital (modernización) resultó en un continuo incremento de la productividad de la mano de obra durante toda la década, con excepción de una leve caída en 1995, resultado de la crisis. Sin embargo, al analizar la productividad del capital el panorama no es tan positivo; la productividad del capital se desplomó en la medida en que nos modernizamos en la primera parte de los noventa, y después se estancó a partir del 95. En otras palabras, en el período en el que invertimos e intensificamos el contenido de capital en la economía, subió la productividad de la mano de obra y cayó la del capital.
La combinación de los dos índices de productividad, resulta en el llamado índice de productividad total de los factores, que de acuerdo a los economistas, refleja la capacidad de innovación en una economía. Las conclusiones, aunque no halagüeñas, son de vital importancia; el índice de innovación mexicana se desplomó entre 90 y 95, al mismo tiempo en que invertimos y aumentamos la intensidad de capital en la economía; a partir de 1995, luego de una ligera recuperación, mostró un estancamiento similar al de la intensidad de capital. En otras palabras, nuestra modernización se ha limitado a cambiar mano de obra por capital, del cual no hemos podido obtener buenos rendimientos. Este fenómeno evidencia la carencia de una capacidad innovadora y de transformación integral necesaria para “sacarle jugo” a todos los factores de la producción, mano de obra y capital. Todos los estudios que documentan la relación que existe entre la inversión en TI y productividad coinciden en que la tecnología es sólo una herramienta; sin duda necesaria pero no suficiente. Las empresas que se han embarcado en un proceso integral de transformación de la cultura y las prácticas del negocio al mismo tiempo en que adoptan las TI son las que realmente han prosperado.
Capacidad de gestión de la tecnología La alineación de las TI a los objetivos de la organización forma parte esencial de la capacidad de estrategia y operación empresarial. Desgraciadamente, el aprovechamiento de las TI está tan rezagado como nuestra competitividad y productividad. Las empresas mexicanas tienen una gran tarea por delante, para avanzar significativamente en el aprovechamiento de las tecnologías. Para hacer realidad la promesa de una sociedad de la información la industria y los directivos de TI deben transformarse y convertirse en verdaderos agentes de cambio. Como apuntamos arriba, el aprovechamiento de las TI se asocia a un esfuerzo integral de innovación organizacional que resulta no sólo en el desarrollo de mejores prácticas y soluciones de negocio sino también en formas diferentes de posicionarse en el mercado.
Para competir no basta con ser bueno, es necesario ser diferente; la diferenciación no emana de la tecnología sino del liderazgo ejecutivo y de su capacidad gerencial. El esfuerzo integral de innovación requiere de una capacidad robusta de gestión para definir el posicionamiento y apalancarlo con los servicios tecnológicos. La gestión de la tecnología persigue el desarrollo de un portafolio completo de servicios tecnológicos, minimizando costos, a la vez que se aumenta calidad y productividad, y se satisfacen los niveles de servicio que demanda el negocio. Este esfuerzo integral de gestión resulta en una mejora continua de la contribución de las TI al logro de las metas corporativas.
A la industria de las tecnologías de información y comunicaciones y al país en general, le corresponde promover agresivamente esta mejor capacidad de gestión de la tecnología y los negocios. En este contexto es propicio preguntarse ¿cuál debe ser la estrategia tecnológica para obtener una mayor ventaja competitiva? ¿qué tanto la empresa debe depender de la industria de TIC para la planeación, desarrollo, implantación, operación y soporte de la infoestructura? ¿qué soluciones deben desarrollarse internamente y cuáles deben desarrollarse con proveedores? ¿qué tanto es necesario un desarrollo a la medida versus utilizar soluciones estándar (paquetes) que ya existen en el mercado?
Estas interrogantes sólo pueden responderse cuando se tiene información detallada y continua sobre costos y desempeño de todo el portafolio de servicios tecnológicos; centro de datos, soporte a redes y PCs, centro de contacto y desarrollo de software, entre otros. Esto es cuando se gestiona la tecnología como un negocio y por lo tanto, se tiene una idea clara de cómo las mejoras en el desempeño de los servicios tecnológicos inciden en el logro de las metas integrales de la empresa; metas que miden el desarrollo balanceado de las cuatro esferas corporativas que define el BSC (Balanced Scorecard); financieras, de satisfacción de los clientes, de integración-agilidad en procesos, y de innovación- aprendizaje organizacional y humano.
Perspectivas de las cadenas de valor La evolución de las cadenas productivas ha sido muy dispar en el país. Con el apoyo de la Secretaria de Economía, Select ha realizado un análisis de las principales redes económicas de México, sus avance en productividad, así como el grado de adopción y aprovechamiento de las tecnologías de información y comunicaciones. Asimismo, se han explorado no sólo las necesidades de desarrollo de soluciones y servicios para vincular cadenas y empresas, sino también las estrategias para llevarlas al mercado y los mecanismos para promover la innovación. El éxito en el aprovechamiento de las TI en las grandes empresas exige un claro liderazgo de los ejecutivos de negocio para articular a los departamentos internos de sistemas y los proveedores de tecnología. Estas empresas tienen a la vez una gran misión y es la de convertirse en artífices de la mejora integral de las cadenas de valor, en las que conviven con micro, pequeñas y medianas empresas, ya sean proveedores, distribuidores, asociados o clientes. Para los grandes nodos de las cadenas mexicanas, sea el gobierno, los grandes proveedores o los grandes detallistas, bancos y empresas de servicios; la oportunidad estriba en brindar los servicios tecnológicos que requieren sus asociados.
El reto que la industria y los directivos de TI tiene en el contexto actual, puede plantearse desde la perspectiva de un agente que contribuya al aprovechamiento de la tecnología. Por una parte, en los sectores más avanzados el desafío consiste en quitarles las trabas para que sigan adelante; por otra, en la gran masa que no ha aprovechado la tecnología, ahí el reto es brindarle los recursos y facilidades no sólo para adoptar las TI sino para transformar sus organizaciones y su cultura empresarial. Esta claro que la tecnología es sólo una herramienta, que es necesaria pero nunca suficiente; existen amplias posibilidades de obtener una ventaja competitiva a partir del buen uso de las TI, siempre y cuando se tenga la capacidad empresarial para diferenciarse.
Los noventa representaron para México la entrada a una etapa de modernización y orientación exportadora dependiente de corporaciones internacionales o del modelo maquilador a ultranza, donde se opera como meros departamentos de producción; empresas de ensamble sin marca y tecnología. De acuerdo al Foro Económico Mundial: “tal vez la transición más dura, sea del desarrollo basado en eficiencia e importación de tecnología a un desarrollo basado en la innovación” (WEF, 2002).
El modelo maquilador mexicano ha perdido fuerza en los últimos años, no sólo como resultado de la desaceleración económica sino ante el embate de otros países como China. Es frecuente escuchar que no podemos competir con China por lo barato de su mano de obra. Sin embargo, China está lejos de conformarse con la venta de mano de obra barata. Los chinos están siguiendo una estrategia mucho más visionaria y completa, en el desarrollo de sus empresas. Estos dragones están devorando mercados internacionales poco a poco, con una capacidad de estrategia y operación empresarial sobresaliente, cuyas principales características se resumen a continuación:
1. Entrar a segmentos ignorados por extranjeros dado su bajo volumen 2. Exportar primero a mercados masivos por precio y después, desarrollar tecnología para migrar a fajas altas 3. Estimular redes de emprendedores locales pequeños que prosperan en un mercado caracterizado por cambios continuos de la demanda 4. Generar empresas tecnológicas surgidas de institutos públicos de investigación en mercados emergentes como biotecnología.
El avance de la competitividad China por lo tanto, no es resultado ni de la casualidad, ni de la mano de obra de bajo precio sino de un esfuerzo orquestado de posicionamiento.
Conclusiones El mercado de las TI ha sufrido cambios radicales en los últimos años, derivados no sólo de la desaceleración económica, sino de las brechas entre las expectativas y los rendimientos reales de las inversiones. La oferta tecnológica, tanto los proveedores de TI, como los ejecutivos de tecnología en organizaciones usuarias, deben ubicarse en una nueva era donde su tarea es maximizar el aprovechamiento de la tecnología, a la vez que minimizan la asignación de recursos. Para ello, industria y usuarios en conjunto, deben promover una capacidad avanzada de gestión de la tecnología que logre alinearla a los objetivos de la corporación. Las tecnologías de información y comunicaciones no son un diferenciador por si mismas sino por la habilidad con las que sean utilizadas por los ejecutivos para distinguirse de sus competidores.
Nota: Ricardo Zermeño es uno de los analistas tecnológicos más respetados de Latinoamérica y director general de Select, firma especializada en consultoría de Tecnología de la Información
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