Lo bueno, lo malo y lo feo de la reforma. México :: Mexico

Lo bueno, lo malo y lo feo de la reforma


Fecha Lunes, enero 07 @ 14:58:18
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Los contadores, fiscalistas y expertos siguen quemando sus pestañas descifrando la forma final del paquete fiscal aprobado por el Congreso. Seguro irán surgiendo varias sorpresas, pero muchos detalles importantes ya quedan claros y nos permiten hacer un balance preliminar.

De la reforma planteada hace ocho meses queda poco, al ser sustituida por un paquete fiscal bastante desigual, incluso surrealista dirían algunos. Hay puntos rescatables, pero muchos otros que dan causa para llorar.


¿Cómo debe ser un régimen fiscal?

Antes de entrar a detalle, siempre conviene tener en mente las características que deberían tener, en un mundo ideal, los regímenes fiscales: equidad y eficiencia.

Respecto al primero, queda encapsulado en la frase "el que más gana, más debe pagar en términos relativos". Sin embargo, esto queda acotado por la necesidad de tener un régimen fiscal eficiente y uniforme, así como por el hecho de que el cobro de impuestos por sí mismo no redisitribuye el ingreso o lleva a una sociedad más justo. Ese papel le corresponde de forma exclusiva a la política de gasto.

En cuanto al segundo, lo que recomiendan los expertos es tener un marco fiscal muy uniforme (manteniendo al mínimo las excepciones y deducciones), simple, con tasas razonables y orientado a impuestos que son más sencillos de administrar. Todo esto reduce los costos de recaudar y limita la evasión.

Claro, en la realidad tiene que haber un delicado balance entre ambos. Pero de acuerdo a lo que se ha visto de las medidas aprobadas, parece que poco se hizo para la justicia y en materia de equidad el saldo es predominantemente negativo.

Lo positivo de la reforma

Bajo ese marco, podemos afirmar que en las medidas aprobadas hay algunos avances. En primer lugar, se eliminó en buena medida el regímenes de excepción que beneficiaban algunos sectores (como el transporte y el agropecuario) de forma artificial e inequitativa. Asimismo, se redujeron las tasas del ISR tanto para personas físicas y morales (la tasa máxima pasó de 40% a 35% y caerá a 32% en el 2004), lo cual ayudará a combatir la evasión.

En otro órden, el crédito al salario que antes pagaba el gobierno ahora será cubierto por las empresas. De acuerdo a Rodolfo Navarrete, de Vector Casa de Bolsa, esta medida elimina una distorsión que incentivaba a las empresas a pagar salarios bajos, aunque si subirá sus costos laborales.

Todo esto, junto con otras medidas como una reducción en el límite máximo para ser considerado como pequeño contribuyente ayudará a que la recaudación del Impuesto Sobre la Renta aumente de forma importante (15.4% de acuerdo al presupuesto).

Por último, aunque no sea una medida particularmente justa o eficiente, la deducibilidad parcial de impuestos de los intereses hipotecarios será una medida muy popular.

Lo malo y lo feo

La breve descripción del marco fiscal ideal nos ayuda a entender el razonamiento detrás de la ahora difunta propuesta de homologar el IVA a 15%, eliminando la tasa cero para alimentos y medicinas. Nadie discute que en términos de eficiencia y combate a la evasión, era una buena idea. Pero al ser percibida como poco equitativa, nació muerta.

Lo triste del caso es que su reemplazo, la adición de un impuesto de 5% a artículos suntuarios -más allá del 15% ya existente por concepto de IVA-y la creación de nuevos impuestos especiales para algunos productos, nos alejan más de las prácticas fiscales sanas.

De todos es conocida la lista de productos afectados. Pero no está de más listar las objeciones a estas medidas:

Discrecionalidad: Por naturaleza, no hay una línea clara que divide a los bienes y servicios "suntuarios" de los que no lo son. Además, esa lista es incompleta y contradictoria (por ejemplo, el salmón ahumado está gravado, pero no se hace mención de la langosta o los mejillones). Todo esto lleva a que se estén favoreciendo ciertos productos y servicios sobre otros por fiat legislativo, en lugar de que las preferencias de la población sean el árbitro final, como debería ser. Naturalmente, eso fomenta la evasión y sienta un precedente peligroso.
Política industrial por otros medios: Se está empleando al código fiscal para perseguir de forma velada objetivos que nada tienen que ver con las finanzas públicas. Por ejemplo, al castigar con impuesto a las bebidas endulzadas con fructosa y dejando sin gravamen a las endulzadas con azúcar se está tratando de ganar una vieja disputa comercial con Estados Unidos que ya habíamos perdido en las instancias correspondientes. Además, hubo una clara intención de afectar sólo a los bienes suntuarios importados. El problema con usar al código fiscal como un instrumento para elegir ganadores y perdedores es que eso abre las puertas al abuso (ver siguiente punto).
Los Lobbies: Abierta la Caja de Pandora, en el presente y futuro sólo los pobres diablos que no tienen gran peso político y/o económico serán los que se verán desfavorecidos en el código fiscal. Nótese, por ejemplo, cómo el impuesto a las telecomunicaciones se fue contra las empresas pequeñas del sector (celular, radiolocalización, etc.) y dejó de lado a las poderosas compañías de telefonía fija.
Dicho todo esto, es claro que la recaudación extra proyectada -de unos 60 mil millones de pesos-se compró de forma muy cara, incluso si esos números terminan siendo realistas (poco probable). Basta considerar que este monto no se acerca siquiera a las cantidades requeridas para sanear las finanzas públicas y reducir la dependencia en los ingresos energéticos, que se obtiene haciendo más complejo e ineficiente el sistema tributario y que sienta precedentes muy peligrosos. Además, indica que los poderes del estado no tienen ni los medios ni la capacidad de tomar decisiones difíciles.

No es un desastre. Vaya, si juzgáramos a un país por su código fiscal, Estados Unido sería como Honduras. Pero vivimos en un país en donde el nivel de las tasas de interés sigue siendo mayor a nuestro potencial de crecimiento por la debilidad de las finanzas públicas. Si eso no cambia, tarde o temprano esa situación revienta con las consecuencias que ya conocemos.


por Andrés Vernon
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