Tarjetas plásticas. De la banda magnética al chip de la tarjeta inteligente. Tarjetas Inteligentes :: Smart Cards

Tarjetas plásticas. De la banda magnética al chip de la tarjeta inteligente


Fecha Jueves, septiembre 23 @ 11:12:57
Tema Tarjetas Inteligentes :: Smart Cards


Una descripción de los procesos y materiales involucrados en la impresión de tarjetas plásticas

De ser de uso casi exclusivo en el sector bancario, el manejo de las tarjetas plásticas se ha popularizado al punto de encontrarse en forma de documentos de identidad, tarjetas de teléfono o, incluso, como mensajes de afecto. En su elaboración confluyen diversos procesos gráficos y estrictos controles de seguridad con el fin de entregar productos durables y confiables.

“Muéstrame tus tarjetas y te diré quién eres”, podría ser una nueva versión del adagio que asocia a los amigos con nuestra manera de ser. La creciente influencia de la tecnología en la vida moderna permite que una mirada a las tarjetas guardadas en una billetera revele los intereses, preferencias, nivel socioeconómico y hábitos de su propietario.


Además de algunas tarjetas infaltables, como el documento de identificación y la licencia de conducción, una persona corriente puede portar una o varias tarjetas crédito o débito, un carné de afiliación a una entidad de salud, la tarjeta de membresía a algún club u organización, la de millas de una aerolínea, otra que la identifique como cliente fiel de un supermercado y una tarjeta de telefonía prepago, entre muchas otras que pueden abultar su billetera, ayudarle a menguar su presupuesto y facilitarle la vida diaria en el mundo moderno.

Esta estrecha convivencia de las tarjetas plásticas dentro de un mismo bolsillo es posible gracias al formato estándar de 5,4 x 8,5 centímetros que rige para este tipo de productos y que se adapta a los sistemas lectores de la información contenida en aquellas tarjetas que cuentan con una banda magnética o un microprocesador (tarjetas inteligentes). Aunque la apariencia general en muchos casos sea muy semejante por el tamaño, los materiales usados, el espesor y la rigidez, las diferencias entre las tarjetas plásticas se relacionan en gran medida con propiedades como su grado de seguridad, la caducidad y el valor económico que algunas de ellas representan.

Las tarjetas plásticas se democratizan
Las tarjetas de crédito, y más tarde las de débito, abrieron el camino al empleo del plástico como un medio de pago y rápidamente ganaron espacio y aceptación. Del uso por parte de un grupo reducido y selecto de usuarios se pasó a la utilización de tarjetas por un número cada vez más amplio de cuentahabientes y clientes de los bancos y corporaciones financieras.

Pero no sólo al sector financiero se debe el auge en el uso de las tarjetas plásticas. Aunque es cada vez más grande el número de usuarios de tarjetas crédito y débito, en la mayoría de los países latinoamericanos estos representan todavía una franja limitada de la población general. Son otros sectores los responsables de la “democratización” de la tarjeta plástica en nuestros países, con productos que requieren menores estándares de seguridad y de perdurabilidad: la telefonía con sus sistemas de servicios prepagados, el área de salud con un enorme número de afiliados, las universidades y el sector educativo, el área hotelera, los sistemas de transporte masivo, las aerolíneas y hasta lo que algunos denominan “tarjetas débito del corazón”: productos de ocasión y de expresión social de gran aceptación entre la población de sectores populares.

De hecho, una encuesta mundial realizada hace algunos años por la Asociación Internacional de Fabricantes de Tarjetas, ICMA, con sede en Estados Unidos, reveló que para comienzos de este siglo Latinoamérica fue la región con mayor crecimiento tanto en término de uso de tarjetas para diversas aplicaciones, como en el valor de las ventas que estas representaron para los fabricantes.

¿Cómo se producen?
El diseño de una tarjeta plástica debe tener en cuenta las limitaciones de espacio de su formato y los requisitos exigidos para la ubicación de la banda magnética, el panel de firma del usuario en el reverso, los logotipos distintivos de la entidad bancaria o crediticia, condiciones de uso, etc., en el caso de las tarjetas del sector financiero. A pesar de estas limitaciones, la calidad en el diseño de las tarjetas es hoy sorprendente, con imágenes y colores especiales, brillos y tintas metalizadas que les dan una apariencia de gran atractivo visual.

La preprensa en la producción de tarjetas sigue un camino similar al de cualquier otro producto impreso, con las opciones que son comunes hoy, como la salida a planchas o a películas directamente desde el computador, la realización de pruebas de color blandas y la utilización de programas de manejo de los flujos de trabajo digitales.

En el área específica de la prensa, las tarjetas plásticas se imprimen sobre cuatro soportes de PVC, dos de ellos blancos y los otros transparentes. Sobre uno de los soportes blancos se imprime el anverso de la tarjeta con todos los campos necesarios de información; sobre el otro soporte blanco se imprime el retiro, con las características de diseño y espacios para datos; finalmente, sobre uno de los soportes transparente se estampa la banda magnética. Una vez realizada la impresión se toman los cuatro soportes de PVC y se laminan, lo cual funde las cuatro capas y deja la impresión encapsulada y protegida por una cubierta transparente.

Durante la producción de una tarjeta confluyen distintos procesos gráficos que, según las características del producto, pueden incluir offset, estampado con calor, serigrafía, aplicación de bandas magnéticas y de microprocesadores, troquelado, además de tareas auxiliares de terminación y acabados.

El empleo cada vez mayor de tarjetas plásticas como un sustituto del dinero exige que en su producción se cumplan estándares de seguridad, física e informática, que los impresores logran mediante la combinación de diferentes materiales, procesos gráficos y rigurosos controles.

En tarjetas con funciones de valor almacenado, sus propiedades de seguridad se asignan mediante procedimientos de impresión y producción que dificultan su falsificación. En una tarjeta de crédito o débito la seguridad está garantizada por la aplicación de una banda magnética de alta coercitividad (capacidad de grabar y borrar datos), el uso de materias primas e insumos de muy alta calidad, así como por la aplicación de técnicas especiales de impresión (holografías, estampaciones, serigrafía). Para la impresión de tarjetas que requieren un alto grado de protección y seguridad, se ha utilizado durante mucho tiempo el holograma como una manera efectiva de evitar el fraude y la falsificación. Este uso extendido ha ido acompañado de mejoras en las tecnologías y materiales de estampación, de las que han sido responsables los fabricantes de foil con productos de gran durabilidad y consistencia, lo mismo que los fabricantes de equipos que han desarrollado maquinaria con mejores velocidades de aplicación y de control de calidad.

Nuevas alternativas
Como en otros segmentos de la industria gráfica, la producción de tarjetas plásticas cuenta hoy con las oportunidades que ofrece la tecnología digital. A los procesos offset de uso tradicional en la impresión de tarjetas plásticas, que se ajustan a tirajes efectivos en costo relacionados con grandes volúmenes, se suma hoy la posibilidad de producir tarjetas con componentes de información personalizada y por demanda.

En el mercado se encuentran disponibles impresoras digitales con la capacidad de imprimir cantidades limitadas de tarjetas, que al suprimir la necesidad de elaborar películas y planchas, reducen los requisitos de alistamiento y brindan la opción de realizar pruebas directamente en la prensa.

Estos sistemas digitales integran las fotografías, los originales de línea, la información fija y los datos individuales del tarjetahabiente e imprimen las imágenes sobre un material de transferencia, que se pasan luego a la tarjeta plástica mediante el empleo de presión y calor.

Las funciones de seguridad se cumplen en la producción digital de las tarjetas mediante el empleo de sistemas de grabado con láser, que fija de manera permanente textos, microimpresiones, códigos de barras, firmas, huellas y fotografías con resoluciones de hasta 1.600 dpi.

De puertas hacia adentro
El cumplimiento de los requisitos de seguridad, calidad y confiabilidad es una de las razones por las cuales la producción de tarjetas plásticas con valor almacenado se confía a empresas altamente especializadas y certificadas. La subcontratación no es, en consecuencia, una modalidad de trabajo muy común en este segmento de la industria gráfica y, por el contrario, en un mismo taller suelen reunirse los diversos procesos, maquinaria y equipos necesarios para realizar en él la producción completa, independientemente de su grado de complejidad.

Las tarjetas plásticas, en esencia, tienen en su naturaleza una promesa implícita de valor y de confidencialidad que el impresor ayuda a salvaguardar mediante la relación de confianza irrestricta que mantiene con sus clientes. Los impresores de tarjetas plásticas se caracterizan por el alto grado de responsabilidad que tienen con sus trabajos, por la confidencialidad que guardan con la información de sus clientes y por el estricto control que hacen a la producción. Estos son, sin duda, los atributos que el impresor aporta para lograr que las tarjetas que nos acompañan todos los días cumplan los requisitos que demandamos de nuestros amigos: calidad, seguridad y confianza.

Tarjetas inteligentes
El predominio en el uso de bandas magnéticas en las tarjetas, que tuvo una de sus primeras aplicaciones comerciales en la década de los ochenta para el transporte público en Londres, enfrenta desde hace algunos años la competencia de la tecnología de tarjetas inteligentes. En estas, la presencia de un diminuto procesador permite, con un alto grado de seguridad, el almacenamiento de gran cantidad de información.

Como la afirmaba un fabricante francés entrevistado hace poco por la BBC de Londres, “la tarjeta inteligente es, en realidad, un pequeño microprocesador acomodado en el formato de una tarjeta plástica, que podría compararse con un diminuto computador personal que posee una capacidad cada vez mayor de procesamiento y almacenamiento de información”.

Las aplicaciones de las tarjetas inteligentes cubren un amplio rango de usos y en ellas se podría registrar desde el DNA de una persona, hasta sus huellas digitales, la historia médica, información financiera, estatus legal, migratorio y judicial, entre muchos otros datos posibles.

Pero a pesar de la enorme capacidad de almacenamiento de las tarjetas inteligentes, la existencia de una infraestructura extendida de lectores de tarjetas de banda magnética contribuye a su predominancia actual. Las tarjetas inteligentes requieren una unidad lectora especial que en algunos casos lee sólo una o dos clases de tarjetas, lo que dificulta y encarece para los fabricantes su producción. Aunque en Europa y Asia el uso de tarjetas inteligentes es muy popular, la falta de estándares y la alta inversión en el montaje de una infraestructura apropiada ha retrasado, por lo menos en Estados Unidos y otras regiones del mundo, una difusión amplia de esta tecnología en aplicaciones comerciales y masivas.

Sin embargo, las funciones similares de ambas tecnologías pueden llevar a pronosticar una convivencia de las dos opciones, que para los usuarios y las entidades e instituciones que emiten las tarjetas representará tan sólo beneficios. De hecho, algunas empresas como American Express y Visa han sacado ya al mercado tarjetas que integran tanto un microprocesador como una banda magnética.



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